La llegada del Santo Cristo de la Exaltación de Sitilpech a Izamal, un encuentro de fe y amor divino
Izamal, Yucatán, 18 de octubre de 2025.– Con corazones llenos de fe y esperanza, los fieles de Yucatán vivieron una jornada de profunda devoción con la llegada del Santo Cristo de la Exaltación de Sitilpech al Santuario de Nuestra Señora de Izamal, casa también de San Antonio de Padua.

Desde muy temprano, la imagen del Cristo Negro de Sitilpech emprendió su camino sagrado desde la comunidad que le da nombre, acompañada por una multitud de creyentes que, entre cantos, plegarias y lágrimas, ofrecieron su caminar como signo de amor y gratitud. La peregrinación, con más de dos siglos de historia, es un testimonio vivo de la fe que anima al pueblo yucateco.

Durante el recorrido, el silencio orante se mezclaba con el eco de los rezos y los cantos marianos. Cada paso era una súplica, cada mirada un acto de confianza en el Señor. Familias enteras, ancianos, jóvenes y niños se unieron en un mismo sentir: dar gracias y pedir la bendición del Cristo de la Exaltación.

Al llegar a la parroquia de San Antonio de Padua, el pueblo recibió al Santo Cristo con repique de campanas, pétalos de flores y aplausos llenos de emoción. Las lágrimas se convirtieron en oración y la fe se hizo palpable en el rostro de los devotos. En el templo, se celebró la Santa Misa como acción de gracias por la llegada de la venerada imagen, recordando que en Cristo encontramos consuelo, fortaleza y esperanza.

Esta tradición no solo une dos comunidades, Sitilpech e Izamal, sino que también renueva el espíritu de fraternidad y amor cristiano que identifica al pueblo de Yucatán. Es un encuentro con el Dios vivo, que se manifiesta en medio de su pueblo y camina con él.

“Que el Santo Cristo de la Exaltación bendiga a todas las familias, fortalezca la fe de nuestro pueblo y renueve en nosotros el amor y la esperanza”, fueron las palabras que resonaron en los corazones de los presentes, marcando el cierre de una jornada de fe profunda y alegría espiritual.

Porque donde Cristo llega, florece la esperanza, y en su presencia, el alma del pueblo se llena de luz.
(LicantropoDigital/J. Ordaz)
