noviembre 5, 2025

Licántropo

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Más de 300 pueblos siguen incomunicados

TIANGUISTENGO, México.- Cuando el río se desbordó arrastró todo el pueblo de Chapula, en las montañas del centro de México. Los vecinos solo tuvieron tiempo de gritar, alertar a quienes vivían cerca del cauce y buscar resguardo, algunos caminando con el agua a la cintura, contó Stephanie Ramírez.

“Se llevó casas, se llevó el puente, se llevó absolutamente todo, lo único que quedó a salvo fue la iglesia y la galera (almacén), es donde todos estábamos refugiados”, dijo la joven de 21 años nada más bajarse del helicóptero privado que el martes se apresuraba a sacar a ancianos, mujeres y niños de su pueblo, uno de los 300 del centro y este de México que permanecían incomunicados tras las lluvias torrenciales de la semana pasada , que acabaron con la vida de al menos. 64 personas.

Ramírez y su abuela se sintieron afortunadas. Al bajar del helicóptero hubo llantos y abrazos después de días de desesperación y angustia que no terminaban ahí. Decenas de sus vecinos seguían esperando la evacuación ante la amenaza de más lluvia, un cerro que estaba a punto de desgajarse y el río que seguía crecido.

La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, aseguró unas horas antes que una de las prioridades era abrir los caminos y “garantizar los puentes aéreos, las despensas, el agua y el censo de las localidades aisladas (la mayoría de entre 500 y 1.000 habitantes) para poder saber en qué situación está cada una de las personas que viven ahí”.

Miles de efectivos militares y civiles trabajaron el martes a destajo en estos trabajos pero en Chapula, los vecinos optaron por organizarse solos. Según cuenta Ramírez, llamaron a sus familiares en Estados Unidos y “fueron ellos que se movieron para poder sacarnos de ahí poco a poco”.

Con la ayuda de pobladores de Tianguistengo, comenzó a operar un puente aéreo privado en el que el helicóptero prestado comenzó a sacar a grupos de personas mientras grupos de vecinos organizaban bolsas con productos básicos para llevarlos a pie, junto con algunos soldados, a los pueblos cercanos que seguían aislados.

“Pensamos que son seis, siete horas caminando pero queremos que la gente sepa que estamos trabajando… que vean que a nosotros también nos preocupa la situación de ellos”, dijo Neptalí Rodríguez.

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