noviembre 19, 2025

Licántropo

Periodismo digital

Acerca deuda de México al país al riesgo de perder el grado de inversión: IMEF

México duplicó el tamaño de su deuda pública y ya rebasó el umbral de un billón de dólares en siete años, una cifra que compromete la estabilidad financiera del país y abre la puerta a un riesgo real: perder el grado de inversión.

Así lo advirtió Alejandro Flores Espinosa, presidente del IMEF Coahuila Sureste, quien sostuvo que el nivel de apalancamiento alcanzado -y la velocidad a la que sigue creciendo- coloca al país en un punto de alerta comparable al que vivieron economías como Sudáfrica y Brasil antes de sus degradaciones crediticias.

Flores Espinosa recordó que en diciembre de 2018 la deuda del sector público Federal era de 560 mil millones de dólares, pero los reportes más recientes de la Secretaría de Hacienda muestran que, para septiembre de 2025, la cifra ya ascendía a un billón 67 mil millones de dólares. “Prácticamente se duplicó”, señaló.

La magnitud del endeudamiento implica que cada mexicano -hombre, mujer o niño- cargaría con 8 mil 22 dólares si tuviera que cubrirse el total de la deuda. En 2018, esa cifra era de 4 mil 480 dólares por persona.

Aunque el Gobierno Federal busca reducir el déficit público, el presidente del IMEF alertó que la velocidad de corrección es insuficiente para detener el incremento acelerado del endeudamiento.

Y subrayó que no debe medirse únicamente la deuda de la Federación, sino la del sector público completo, dado que empresas como Pemex y CFE no tienen capacidad para pagar sus obligaciones y dependen totalmente del erario.

Bajo esta metodología, Hacienda estima que el cociente de deuda bruta respecto del PIB cierre este año en 57%, un nivel equivalente al que tenía Sudáfrica en 2021 -cuando perdió el grado de inversión- y cercano al 60% de Brasil en 2015 -antes de su degradación a nivel especulativo-.

Aunque el déficit fiscal de México es menor que el de aquellas economías en el momento de sus crisis, la variable crítica, dijo, es el escaso crecimiento del PIB, que impide absorber la deuda sin deteriorar la calificación soberana.

La pérdida del grado de inversión, advirtió Flores Espinosa, traería consecuencias inmediatas: una depreciación fuerte del peso, semejante a lo que vivieron el real brasileño y el rand sudafricano tras su degradación.

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