Refinería causa contaminación

Paraíso, Tab.- La refinería Olmeca, también conocida como Dos Bocas, que fue presentada como un faro de autosuficiencia energética y el motor de una bonanza petrolera prometida por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, está provocando enfermedades, pobreza y un éxodo silencioso en las comunidades de los alrededores. Cientos de familias huyen de un aire que enferma y de un futuro incierto.
A cinco años de iniciada su construcción, la promesa de prosperidad se desvanece; en su lugar, las comunidades aledañas enfrentan una crisis socioambiental y económica que pone en riesgo su salud y su seguridad.
En las comunidades José María Morelos, Puerto Ceiba y Lázaro Cárdenas, del municipio de Paraíso, los gases de la refinería han disparado las afecciones respiratorias. En Lázaro Cárdenas, donde residen 745 familias a escasos cinco metros de la refinería, separadas por una barda perimetral, cerca de 100 han abandonado sus hogares debido a la contaminación y el miedo de vivir en una zona que consideran de peligro por su cercanía a la refinería.
En esta zona, habitada por unas 11 mil personas, la crisis impacta hasta las escuelas. Dos planteles —un kínder y una primaria— han sido evacuados al menos siete veces por nubes tóxicas.
Jorge Lamoyi, director de la escuela Abías Domínguez, a sólo 4.5 metros de la refinería, describe con preocupación: “Un polvo negro, ‘coque’ de la refinería”, cubrió el plantel. Sin medidas urgentes, “tememos una tragedia”, dijo.
En Lázaro Cárdenas, familias, especialmente jubilados, venden o rentan sus propiedades.
Reclaman la ausencia de rutas de evacuación y planes de contingencia en caso de algún imprevisto en la refinería, por lo que Virginia Barjau, vecina de la colonia, compartió su dolor: “La refinería separó a mi familia. Mi esposo, despedido, ahora trabaja en Monterrey. Muchos abandonan sus hogares por miedo a una tragedia”.
La crisis se agrava por la falta de servicios básicos. Escasez de agua potable, fallos en el suministro eléctrico y la ausencia de infraestructura hospitalaria golpean a las comunidades.
Especialistas advierten que, sin acción urgente, las consecuencias para la salud serán devastadoras.
En comunidades como Puerto Ceiba, el aire de la ciudad huele a gas, a petróleo, a podrido, sobre todo por la tarde-noche.
Desde que la refinería comenzó operaciones, las afecciones respiratorias se han duplicado. Irving Sánchez, médico local, atiende ahora el doble de casos de asma y bronquitis, sobre todo en niños y ancianos. “Antes veía 10 pacientes al mes; ahora son 20, y muchos son pequeños con problemas graves”, resaltó.